viernes, enero 11, 2008

Las ostras y yo


Hace unos días fuí a una reunión y me aburrí como una ostra si acaso como se dice, el delicioso molusco es el non plus ultra del aburrirse. El por qué de mi estado de ánimo supongo que tuvo que ver con una falta de química con la gente que encontré, diferencias de estilo, no estaba de humor, o había tocado el límite de mi capacidad para encontrar afinidades. Lo que fuera, al día siguiente y sin proponérmelo comencé a buscar el origen del dicho: aburrirse como una ostra. No resultó tan sencillo. Sólo encontré un autor gourmet que especulaba sobre el presunto tedio de la ostra. Dice Antonio Vergara que la adjudicación de este estado de ánimo a la especie marina puede tener que ver con su tamaño, "los estratos de su valva y del volumen de sus carnes, desbordantes –molusco cuarentón- en la variedad Napoleón". ¡Ay con la opinión del macho que va en busca de pulposas, pero jóvenes carnes! De allí a dar a entender que la ostra es lo que una mujer solitaria y sin pareja, media un paso.

No he podido obtener otros datos. Las notas de biología se interesan más en la producción de perlas en la concavidad del marisco. A enterarse que basta el ingreso de una partícula ajena a la naturaleza de la misma ostra para que ésta comience a segregar una sustancia que tras un tiempo se convierte en una perla, es decir en una joya. Otro autor se refiere al origen de la perla como una lesión que un cuerpo extraño infringe a la ostra. El símil psicológico salta a la vista. Doña ostra cura su herida produciendo una piedra preciosa. Igual oportunidad tenemos los humanos al convertir las situaciones de crisis en posibilidades de crecimiento personal.

Trátese de lo que se trate, es innegable que una vez en la boca humana la desbordante materialidad de la ostra se acompaña magníficamente con una copa de vino blanco. Considerándolo he decidido sumarme sino a las ideas, al vocabulario de Vergara. Planeo un próximo encuentro con un platillo de ostras y expresar entonces el gozo de un sumiller.

El lenguaje de Vergara para referirse al vino es insuperable: "Equilibrado." "Nariz amielada". "Divertido". "Más que hablar al olfato, ladra". "Notas de Marcelino, pan y vino"...

Para nada me aburre imaginar el juego de una cena entre amigos con un vocabulario tan snob.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy divertido y cierto a la vez!

Mariella