El extracto: "Hay muchos caminos que llevan a Roma, pero yo prefiero el de Barthes. No se puede aprender a escribir si uno no es conciente de que lo primero que tiene que hacer es liberar su propia escritura de los mandatos ruines de la lengua. La actitud de un escritor (o un comunicador, en este caso, que no es más que una acepción más amplia) debe ser aquella que le permita desmarcarse de los dichos mandatos, de las imposiciones de la lengua, de las trampas cazabobos de la lengua. Porque la lengua materna es un aparato destinado, según Barthes, y yo le creo, a domesticar algunos aspectos de la subjetividad. Hay que estar atentos a los sobreentendidos, a las frases hechas, a todo lo que parece que pensamos y es en realidad solamente es producto contrahecho de los discursos que circulan para que los reemplacemos por nuestros propios pensamientos".
Versión completa del artículo en "La mujer de mi vida".
Imagen: Nam June Paik
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