martes, enero 30, 2007

Murphy y yo


Me ha venido a la cabeza la ley de Murphy. Aquella del if anything can go wrong, it will. La formuló Edward Murphy, ingeniero aero espacial nacido en las tierras del tío Sam en 1948, y desde entonces la susodicha ley ha incursionado en terrenos ajenos a la tecnología. Aplicada a la vida cotidiana la ley de Murphy adquiere un indudable perfil paranoico. Basta mencionar la evaluación de posibilidades ante el traslado de una tostada untada con mermelada. De caer al piso Murpy`s dixit, ¡caerá del lado untado con la mermelada!

Tontería mayúscula o no, estoy en esas. Acabo de quemar la moledora de café. A uno no le pasa conectar un aparato de 110 voltios a 220 v. hasta que le pasa. ¡Si logro echar mano a quien cambió de lugar el tranformador!

Sumen ustedes que anoche volé a comprar entradas para "Sueño de una noche de verano", comedia de Shakespeare atemperada al humor local. Creí que iban a estar agotadas dada la fiebre que desata el teatro últimamente en Lima; así que me alegré, al parecer en demasía, cuando desde la ventanilla del teatro me respondieron con un si hay todavía. No cotejé la butaca que me ofrecían y entré. Un aforo lleno, pero ¡uay! Todo un budín con el agravante que desde la fila Q de la mezanine del Teatro Británico, uno casi adivina los parlamentos de los actores. Es tan mala la acústica. ¿Por qué ofrecen esos espacios?

Me había guiado por el nombre de la directora, Rocío Tovar y su éxito anterior "Perú ja ja". Aquí sin embargo, la profesional del teatro parecía haber sufrido una mutación. El humor desplegado era televisivo en su peor sentido. ¿Por qué repetir esa propuesta anuladora de sensibilidades de la caja boba? Amarillaje, disfuerzo y pasos de baile por actrices y actores que parecían escobas.

Que no me pase. Quiero decir, otra vez eso de querer hacer todo rápido. Ayer con las entradas y hoy con la moledora. La imagen de Anne Leibovitz arriba, evoca esos momentos en los cuales sin decisión de por medio, se nos exige jugar roles y más roles. Es entonces cuando, si algo puede salir mal, sale mal.

1 comentario:

Lichi Garland dijo...

Guillermo, creo que cerrar los ojos a lo que llamas la banalización de la producciòn artística es un harakiri. A decir basta. A pensar por cuenta propia y expresarlo.