martes, enero 09, 2007
Vamos a educarnos
Me pregunto si tiene todavía sentido afirmar que vivimos en una época en la que lo antiguo se desvanece en el aire. O si la sensación correcta es la de un juego en el que algo cambia para que nada cambie. El tema de la evaluación de los maestros convocada por el gobierno, y finalmente cumplida ayer tras una postergación motivada por la misteriosa desaparición de la primera prueba, ha sacado a relucir mis por qués.
¿Se habrá desvanecido la fantasía de creer que sin acciones en el sector de la educación pública, vamos a surcar la ruta del cambio? Sea ésta la de ver crecer mejores ciudadanos, con trabajo, buenos sueldos y a la vez con mayor responsabilidad, más tiempo libre y por tanto mayor capacidad de disfrute.
La segunda opción. ¿El gobierno y un sector de la prensa han apoyado la evaluación de los maestros sólo como una medida política? ¿No aspiran por tanto, continuar la acción con el empeño de dar un nuevo rostro a la educación en el país?
Me gustaría creer que la publicidad va a volcarse a la idea de un cambio. Vamos a educar/nos. Que los medios celebran el talento infantil, que promueven el gusto por las ciencias y por las artes. Que nos sentimos en conjunto, miembros de una sociedad en la que cabe no sólo denunciar, sino contrastar opiniones.
Hace falta en los colegios un curso sobre como negociar con el otro. ¿Se impondrá esa reforma curricular? Hay quienes consideran más real el imperativo de amar al prójimo como a uno mismo. Siendo el mandamiento tan del reino de los cielos, deja tranquilos a quienes quieren sólo cambiar algo para que nada cambie en la tierra.
No sé cómo he asociado la educación, a la araña del poema de Vallejo. "...Es una araña enorme, a quien impide el abdomen seguir a la cabeza. Y he pensado en sus ojos y en sus pies numerosos...¡Y me ha dado que pena esa viajera!"
Imagen: Louise Bourgeois.
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2 comentarios:
Lichi, esto de la evaluación, ellos dicen de nivel, pero parece de maestros, alumnos, colegios..., lo hay aquí en Madrid hace 2 años. Ha generado un montón de problemas, pues el primer año (el segundo no lo sé) publicaron los resultados en los periódicos: ¡un ránking de colegios! Imagínate el pique entre profesores, alumnos, padres de alumnos...
Sí Eloísa, soy partidaria de manejar con prudencia los resultados. Lo que se plantea sólo como un elemento del diagnóstico del saber de los educadores, puede encender la pradera en lugar de oxigenarla.
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