lunes, febrero 05, 2007

De verdad maestro

Disfrutaba mi lectura de fin de semana, cuando me puse a pensar en la importancia de los libros, en particular si son de literatura. Me vinieron a continuación imágenes de clases y profesores. ¿De qué debe ocuparse en realidad un profesional de la educación?

Coincido con quienes ven al maestro como alguien que apela a la curiosidad del alumno. El propósito es despertar su deseo de investigar. Al estudiante le corresponde en cambio, trazar los límites de su propia exploración. He aquí un esquema que no se acepta con facilidad. Más todavía si el profesor reconoce que puede equivocarse y toma el conocimiento como si fuera una aventura. Produce temor vulnerar el principio de la verticalidad tradicional.

La crítica frente a distintos modelos educativos va y viene. Para quienes trabajan en el campo educativo es cosa de seguir elaborando imaginativamente alternativas de enseñanza aprendizaje. Me he dado con dos magníficos artículos sobre la importancia de la literatura y la reconstrucción de la imagen del maestro, ambos de Miguel A. Huamán, Director de la Escuela de Literatura de la Universidad de San Marcos en Lima.

Señalo los puntos fundamentales:

1- El maestro debe asumir una humildad fundamental. Es importante que reconozca cuando no dispone de alguna información y proponer su búsqueda con los alumnos.

2-Es importante que ponga en cuestión la verdad absoluta del conocimiento y declare más bien el carácter sesgado, parcial e intersubjetivo de lo que se aprende.

3-Al ponerse en cuestión dicha verdad, se propicia una postura de flexibilidad, diálogo y apertura ante otros saberes, culturas y experiencias. Nadie tiene la última verdad.

4-La literatura es una vía para ampliar habilidades cognitivas sólo presentes en la experiencia estética. No es pues sólo un adorno, o un hobby.

5-Hablando de leer literatura, y no recetas de cocina, una de las habilidades que fomenta es la posibilidad de establecer una distancia crítica con el mundo del que somos parte. Pre-requisito para dar alas a la creatividad.

Si al padre o madre de familia le toca hilar fino para educar a sus hijos, al maestro le corresponde edificar un suelo firme para que el alumno inicie recorridos desconocidos. Lo consigue poniendo en práctica la humildad. Menuda tarea. ¿Se puede acaso mantener la ceguera por mucho tiempo más para ponderar su actividad?

Imagen: Mark Tansey .

1 comentario:

Lichi Garland dijo...

Guía me suena mejor que amigo, pero como palabra asociada a la posibilidad de mantener ambos, maestro y alumno, una actitud de búsqueda al internarse en el bosque del conocimiento.¿O no es un bosque el conocimiento?