Siendo sábado y muy temprano me crucé con jóvenes que terminaban recién la noche. El ritual de resistir despierto y juergueando como si nada es un derecho y quizás hasta un deber del humano veinteañero. Una chica pasó a mi lado dando un sorbo de una lata que me pareció Red Bull, tal como luce el empaque del estimulante en Lima. ¿Sería? Vi luego un par de chicos de pelos que por lo parados parecían despiertos. Cabeceaban sin embargo en los asientos de la línea verde. En mi prisa no me acordé de pagar el boleto suplementario que exige el recorrido hasta el terminal cuatro, pero oh racionalidad madrileña, uno podía hacerlo al llegar a la estación final. Qué bien. Me ahorré algunos euros en el transporte y me despedí de esta ciudad tan grata, donde hasta pude encontrarme con una compañera de estudios con la que habíamos venido manteniendo una amistad virtual.
Diré que me moló Madrid, si entiendo bien como usan el término los de la Madre Patria. Luego haría escala en Miami y hoy en Lima para organizar la vida cotidiana otra vez. A propósito, ayer hubo censo nacional. Y ahora ¿ cómo logro que me sumen?
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