A juicio del autor, se trata de presentar a la mente situaciones que combinan cosas que ya sabíamos, pero de una manera distinta. Se requiere por tanto tolerar preguntarse ¿cómo, entonces no era sí? (tal como yo lo veía).
Sentirse momentáneamente confundido es el costo para que ocurran las cosas de manera diferente. Toda una invitación en sentido inverso al ¡yo no me complico!, que como si de una virtud se tratara, se suelta en la conversación.
Crear una nueva zona de realidad en nuestra mente exige caminar por un lapso a tientas. Convertir el caos en un amigo es como volverse a leer. Situarse cada vez más cerca de esos seres que parecen fluir con todas sus células, como el viento...
Imagen: Lucía Fernández.
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