La pareja ocupa una casa deshabitada para tratar de encontrarse. Hombre y mujer se dan una licencia para intentar reparar el dolor de sus vidas. Los agobia el ruido interior de sus fracasos anteriores. Carbone y Ramírez forman una buena dupla que por momentos arranca sonrisas (tan apreciado el gesto en la Lima gris y fría de estos días). El ritmo acoge al espectador y el saber de Carbone como bailarina cumple.
Mis reflexiones se asocian al libro "La transformaicón de la initmidad"(1995), del sociólogo británico Anthony Guiddens. El autor analiza la intimidad actual a partir de un tema conocido. La sexualidad contemporánea se ha liberado de su tradicional vínculo con la reproducción. A la par, continúa extinguiéndose el ideal romántico que colocaba a la mujer en un altar hipócrita. Tú para inspirarme, atenderme en casa y tolerar mis debilidades de sexo extra matrimonial; yo para mantenerte y dirigir el hogar. ¿Cuándo fue que dejaste de ser un símbolo sexual? ¿Al convertirte en madre de mis hijos?
Las dos vertientes están presentes en "Quinta estación" Sin embargo, y a pesar de las apariencias, algo hay de la imagen dominante del hombre en la relación que ponen en escena Carbone y Ramírez. Ese algo que en el texto de Guiddens, se identifica como el lado clandestino de la historia emocional de la pareja. Una suma de sentimientos e ideas no aclarados, recorridos por el control masculino.
Ante ese lado escondido, un coro de voces sigue exigiendo cambios como sucede en la obra. Se trata de reconocer la sexualidad femenina, sin descartar los sentimientos de angustia y vulnerabilidad, que entre otros, atañen a su psique. A pesar del control ejercido por el hombre, tales sentimientos forman también parte de la vida interior del varón.
¡Vaya! Humanos somos tanto el hombre como la mujer. El asunto abre una brecha, casi un abismo a nivel doméstico e institucional. La tarea es levantar un puente en el cual aún con asperezas se forje un diálogo. Es preciso reafirmar la igualdad de derechos. Comprender que la pareja se construye en el día a día.
El motor de las escenas de "Quinta estación" es ese bendito ruido interior que menciona el personaje de Mirella C.. Un gesto ausente que está también presente en Lucho R.. Si ambos le dan crédito, bien puede considerarse antes que maldito, un bendito ruido interior.
El primer paso para estrechar la brecha.
Imágenes: Allen Jones
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