Conversaba con una amiga sobre los hallazgos de párrafos copiados en la supuesta buena literatura. ¿Habría que llamarlos plagiarismos? ¿Tal vez intervenciones lícitas de quienes han proclamado la muerte del autor? ¿Sólo estéticas apropiacionistas, como se dice en las artes visuales? La fotógrafa estadounidense Louise Lawler (1947) comenzó en los ochenta a componer sus imágenes con creaciones de otros autores. Optó por mostrar detalles nimios o momentos accesorios de las exposiciones, por ejemplo la relación del marco de un cuadro con otro. Consideraba enfilar así contra el manejo del arte en el circuito de galerías y museos. Denunciaba el arte con aspiraciones de figuración y poder. Como Lawler formaron parte de esa corriente Sherrie Levine y Richard Prince.
En cuanto a la conversación con mi amiga, supongo que como todo intercambio de ideas que se disfruta no concluyó. He guardado la última parte de nuestro diálogo, en la que refiriéndome al escritor español en el que ella había descubierto un párrafo entero del italiano Giovani Papini le pregunté: ¿Y lo perdonaste? No, me respondió. Sus ojos color marfil se dirigían a la alfombra y había levantado las cejas. Ahora lo miro así.
Sí pues, entiendo que el cuidado y la búsqueda de originalidad en el ámbito de la escritura debiera ser otra que la apropiación explícita que se impuso en las artes plásticas como denuncia.
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