Una psicoanalista francesa de nombre por poco impronunciable, Jeanine Chasseguet-Smirgel, se refiere a la obra del pintor Félix Nussbaum (1904-1944) que murió en Auschwitz, al interrogarse sobre los orígenes de la creatividad.
El proceso creativo dice la autora, no puede comprenderse solamente como el intento del artista de rectificar la realidad para reemplazarla por otra más satisfactoria. Basta detenerse en la obra de Nussbaum para considerar que en sus lienzos hay de hecho algo distinto. Su "Autorretrato con identidad judía" recoge por ejemplo, el testimonio de un individuo condenado a muerte al cual su obra plástica lo hace experimentar sin embargo una realización plena.
Chasseguet-Smirgel ve en ello un indicio para afirmar que la emoción estética no tiene que ser siempre una seducción al espectador. Dicha experiencia está recorrida también por afectos nada apacibles que provienen del mundo interno del creador sea la angustia, el conflicto o el dolor mismo. En este caso particular, dichas emociones parten del horror generado por el mundo externo.
Una obra de arte dice entonces la francesa, es semejante al recuerdo de la verdad que no siempre es adecuado decir ni oir. La experiencia estética resulta así mejor definida como una adecuación de la obra al universo que representa. Ello es algunas veces evidente y otras sólo se deja sugerir.
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