Los tiempos actuales son por completo opuestos a un andar por la vida muy compuestito que se diga. Más que la ponderación se aplaude el atrevimiento. Los medios se regodean en situaciones y figuras que resultan buenos ejemplos de lo que quiere decir vivir de cara a los impulsos. Violencia, sexo y rarezas captan la atención del espectador, lector, cibernauta o caminante desprevenido. Eso. Vivir la vida desprevenido es a la vez un riesgo que equivale a acercarse demasiado a un cuchillo filudo. La imagen pretende actualizar la de la famosa espada de Damocles.
El pensamiento del filósofo y psicoanalista Slavoj Zizek en "La metástasis del goce", un texto complejo al punto que uno se pregunte si no será su gramática de eslovenio la responsable de que no haya podido ser traducido de una manera más fluída al español, viene directamente sobre el punto.
Me contento con dejarles un pasaje sugerente a propósito de lo que el pensamiento crítico alemán hizo notar en la primera mitad del siglo XX: En una sociedad fascista el individuo vive la vida no sólo con la conciencia sino con el inconciente expropiado. La masa cree en lo que el dictador dice desde adentro. ("El grito de batalla nazi ´Despierta, Alemania´oculta propiamente su opuesto").
En las sociedades liberales en cambio, no se responde ya a una ley que prohibe sino a "una instancia hipnótica que impone la actitud de `ceder a la tentación´es decir su mandato equivale a una orden: ¡Goza! Y es una invocación al goce que se dirige al núcleo más íntimo del ser".
Tal vez se puede uno cuidar deteniéndose a pensar un segundo, o dos...
Imagen: Richard Westall, 1812.
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