El comercial que promociona una marca de máquina de afeitar, bien vale un llamado a los especialistas en desarrollo humano del tipo: Psicólogos de todos los países, opinad. El spot dice que dice que los bebés se dedican hoy al fitness para enfrentar a papá y recuperar la atención de mamita. Su piel suave no es ya el gancho que era para atraerla desde que los papis descubrieron la herramienta que les permite hacerles la competencia: la rasuradora de tipo ¡oh!. Con el rostro de papá tan suave y con bebés tan ninjas tras tanto ejercicio, tiemble la civilización, la pelea por los besos femeninos será en adelante a puro ¡i...aaaja!
A ojos de la psicología, la publicidad se ocupa en esencia del complejo de Edipo. Basta agregar que el hallazgo de Freud resuelve el caso sin sangre fácil como se llama una película de los hermanos Coen... El bebe lucha por hacerse grande y fuerte como su padre, sólo que el deseo de imitarlo lo lleva a buscar una pareja propia. Así y no de otra manera se resuelve el callejón sin salida que plantea el affaire de la rasuradora, en el fondo el affaire de toda sociedad humana que le dice no al incesto.
Lo malo es que siendo suave el papá, suave el niño y sensibilizada la mamá al contacto con la piel... las mujeres-bebe no entramos en la colada. Freud no exploró más allá la situación triangular de la familia, lo hicieron sus epígonos, pero eso es ya motivo de otra crónica.
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