Me quedé pensando en el relato de ayer. En el desencuentro entre A y B que cuando menos se pensaba, hace entrar en escena a C, el esposo de A. Volví así a "El arte de amargarse de vida" de Watzalwick y tomé nota del párrafo que se refiere a la convicción de que quienes creen que no hay más que una sola opinión correcta: la propia. Dice el autor: "Una vez que se ha llegado a esta convicción, muy pronto se tiene que comprobar que el mundo va de mal en peor. En este punto se distinguen los profesionales de los aficionados. Estos últimos llegan a lograr encogerse de hombros y resignarse. En cambio, el que es fiel a sí mismo y a sus principios áureos, no está dispuesto a ningún compromiso barato. (...) Como capitán de navío de su vida, que hasta las ratas ya han abandonado, navega imperturbable hacia la noche borrascosa".Imágenes: Mark Kostabi.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario